Tercer trimestre (Mes séptimo - mes noveno) del año 06
Uno de los momentos más difíciles en cualquier actividad a desarrollar es iniciar, quizás por tener la necesidad de enfrentar un reto hacia lo nuevo, hacia lo desconocido o simplemente por la falta de claridad sobre lo más conveniente o importante para quienes se dirige ese esfuerzo a realizar.
Algo si tenemos claro, la necesidad histórica y profética de seguir siendo acompañados por los consejos de Pablo para enfrentar los retos del futuro cercano como comunidad primitiva. Partiendo de esa base segura me dispuse a investigar la idoneidad de estos dos libros paulinos analizando las características y contenidos de ambas cartas, buscando alguna señal cognoscitiva o contextual donde podamos afianzar para elegirla como la más importante.
Después de mucho leer y orar al Espíritu encontré un hallazgo sencillo pero importante, se puede visualizar un eje común entre ambas cartas pero abordado de manera muy diferente en cada una, luego al determinar esa diferencia pues solo se debe buscar cuál de las dos formas de abordar la problemática enfrentada nos conviene más como comunidad para estos momentos.
Ambas epístolas son transversalizadas por la misma problemática organizativa e ideológica del período conocido como “cristianismo primitivo” el cual difícil hasta la muerte del último apóstol. Todos los escritos paulinos tienen el mismo trasfondo histórico con la salvación de que las dos posibles epístolas a estudiar atienden con mucha más fuerza el aspecto ideológico dejando lo organizativo como subyacente y dependiente de lo doctrinal.
La fuerza puesta por el apóstol en el aspecto ideológico doctrinal de seguro se da por estar consciente el apóstol sobre el gran peligro del surgimiento de un movimiento sincretista del cual surgiría un sistema organizativo llamado “hombre de pecado” o “hijo de perdición” proveniente, como sus títulos lo indican, de las mismas filas del cristianismo. Así lo advirtió Pablo ante los mismos ancianos de la comuna en efesios cuando dijo: "
Mirad por vosotros, y por todo el rebaño en medio del cual el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, que él ganó con su propia sangre. Sé que después de mi partida entrarán entre vosotros lobos rapaces, que no perdonarán el rebaño. Y de entre vosotros mismos se levantarán hombres que enseñarán cosas perversas, para arrastrar a los discípulos en pos de sí. Por tanto, velad, acordándoos que por tres años, de noche y de día, no cesé de amonestar con lágrimas a cada uno.” Hechos 20: 28-31
El gran problema existencial ideológico de este momento histórico no fue cualquier doctrina sino la más determinante de todas las doctrinas en cuanto a la misma definición y bases del “Plan de salvación” como lo es la posición ocupada por Cristo y por su nación representante dentro del desarrollo de ese Plan. La manera como entendamos esos ministerios nos permitirá articular debidamente todo el ambiente requerido por Dios para poder ejecutar el juicio a las naciones y así concretar la segunda venida de Cristo a esta tierra, como segundo paso importante para la instauración final del sistema político de Dios en el universo.
Adaptar o articular todo lo vivido por las diferentes épocas del mismo pueblo de Dios en la época actual del siglo XXI facilitando así su evolución sin por esto perder la identidad más profunda u originaria fue y es el gran reto de los tiempos de cambios de dispensación como lo fue el tiempo del cristianismo primitivo y así mismo el de hoy.
El punto álgido para aquel momento era comprender y aceptar el ministerio y obra de Cristo a la luz de las tradiciones y costumbres ceremoniales de larga data, relacionadas con las fiestas ceremoniales giradas alrededor del santuario desde su misma implementación en los tiempos de Moisés. Para lograrlo, Pablo, de manera inteligente, no descartó la tradición mosaica tan reverenciada por todos los judíos incluso orgullo de su nación, sino más bien buscó soportarla en tiempos más remotos y por tanto más originarios a fin de presentar sus esencias más puras usando para ello el tiempo de Abrahán otro icono del judaísmo y por lo tanto perfectamente aceptado en sus tradiciones y cultura.
Bajo esta óptica se aborda la problemática en Gálatas mostrando cómo las promesas del Evangelio confirmadas a Abrahán en el pacto, la revelación de la ley de Dios 430 años después con Moisés, no alteró las condiciones básicas del pacto eterno hecho originalmente sin santuario terrestre y sin ese ceremonial como tal.
Pablo presenta en Gálatas argumentos convincentes para entender como "La ley" revelada en los tiempos de Moisés definitivamente no tenía el propósito de reemplazar el pacto dado a Abraham o de proporcionar otro medio de salvación, sino más bien de ayudar a los judíos enajenados por la esclavitud egipcia a poder estar claros en los bases de la salvación para luego cumplir con su papel de mostrar a los hombres las condiciones del pacto de la gracia divina y se apropiarán de ella.
"La ley" no tenía el propósito de ser un fin en sí misma, como suponían los judíos de los tiempos de Jesús, sino un medio, un "ayo", para guiar a los hombres a la salvación en Cristo de acuerdo con las promesas del pacto. El propósito de "la ley", su "fin", o meta, es pues conducir a los hombres a Cristo como también lo aclara en Romanos 10: 4, no abrirles otro sendero de salvación sino magnificar por medio de la luz de lo verdadero antepuesto a las sombras o figuras la posición exaltada de Cristo como único redentor.
Sin embargo, como lo hemos aprendido con las clases de Historia y profecía, la mayoría de los judíos voluntariamente permanecieron en la ignorancia del plan de Dios de justificar a los hombres por la fe en Cristo, y continuaron tratando de establecer su propia justicia "por las obras de la ley" como bien se los mostro Pablo a lo largo de su ministerio (véase por ejemplo Gálatas 2: 16; y Romanos 10: 3 ).
Pablo explica además como el pacto con Abrahán hacía provisión para la salvación de los gentiles, pero "la Ley" no; y por tal razón los gentiles debían encontrar la salvación por medio de la fe en la promesa hecha a Abrahán, y no por medio de "la Ley" ( ver Gálatas 3: 8-9, 14, 27-29 ).
Este era, a groso modo, el grave problema subyacente en todas las epístolas del nuevo testamento y muy especialmente en todos los escritos de Pablo. Si se movían los fundamentos de la figura de Cristo en el Plan de salvación el evangelio cambiaría totalmente y por lo tanto se le abriría el camino al surgimiento del hombre de pecado. La solución era la humildad como también se explica en la carta de los Romanos pero los judíos nunca quisieron humillarse ante Cristo y soltar sus ambiciones personales y nacionalistas con las cuales se había alimentado su orgullo de generación en generación.
¡Qué importante es soltar las posiciones y ambiciones personales ante el mensaje final del evangelio eterno! Qué Dios nos de fuerza para poderlo visualizar y hacer antes de que sea muy tarde para nuestra mente. Amén.
Por su parte el libro de Hebreos trata esta misma problemática pero desde el punto de vista académico ya no atendiendo un problema práctico o vivencial como en el resto de las epístolas paulinas sino más bien un problema teórico o conceptual, llevando la discusión al campo de epistemología del pensamiento, de hecho los grandes comentaristas presentan este libro como una pieza literaria de las más profundas y mejores elaboradas de todas las epístolas neotestamentarias, con una utilización muy elaborada del idioma hebreo, llegándose a diferenciar tanto del resto de los escritos normales de Pablo que muchos eruditos dudan de su autoría.
Aprovecho para dejar sentada nuestra opinión oficial al respecto de la autoría del libro de Hebreos:
Aunque se han presentado sólidos argumentos contra la paternidad paulina de Hebreos, esas razones no son suficientes para neutralizar la creencia tradicional más antigua en la cual se aceptaba a Pablo como su autor.
Una gran parte de la diferencia de tono y estilo de Hebreos, en comparación con las epístolas paulinas conocidas, puede ser explicada razonablemente por el hecho ya mencionado de como las otras epístolas fueron dirigidas a grupos de iglesias o a individuos para hacer frente a problemas particulares a diferencia de lo académico de este libro. No dejamos de reconocer la existencia de esas diferencias de estilo literario las cuales no pueden ser explicadas con ese argumento pero pensamos que esas diferencias pueden ser razonablemente explicadas suponiendo que Pablo predicó ciertos sermones sobre el tema del ministerio sacerdotal de Cristo, los cuales fueron escritos por otras personas pero basados en el pensamiento paulino lo cual no le quieta su autoría originaria. Como sucede a veces cuando se utiliza un sistema tal, la forma literaria final del ejemplar transcrito puede tener una marcada influencia del que hizo la transcripción. Es fácil comprender cómo Pablo no pudo haber tenido la oportunidad de redactar esos sermones, pues viajaba incesantemente, y no pasó mucho tiempo antes de que sus viajes terminaran con el martirio.
La evidencia del testimonio indirecto presentada en varias ocasiones por el profeta del Señor de la dispensación pasada Elena de White asumiendo la autoría de Pablo para esta epístola termina de despejar cualquier duda al respecto de quien es el autor, veamos por ejemplo esta cita del “Conflicto de los siglos”:
"La expresión "reino de Dios", tal cual la emplea la Biblia, significa tanto el reino de la gracia como el de la gloria. Después de haber hablado de Cristo como del intercesor que puede "compadecerse de nuestras flaquezas", el apóstol dice: "Lleguémonos pues confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia, y encontrar gracia". (Hebreos 4:16.) El trono de la gracia representa el reino de la gracia; pues la existencia de un trono envuelve la existencia de un reino En muchas de sus parábolas, Cristo emplea la expresión, "el reino de los cielos", para designar la obra de la gracia divina en los corazones de los hombres”.
Otro dato contextual importante de este libro se encuentra en el tiempo cuando se piensa se escribió.
Se acepta generalmente que Hebreos fue escrito antes de la caída de Jerusalén. El número de dirigentes de la iglesia era muy reducido en los años anteriores al año 70 d. C. ¿Cuál de esos dirigentes podría haber expuesto un tema tan profundo como el presentado en este libro con una teología tan clara solo acreditable a un “Espíritu de profecía”? La persona más posible es, sin duda alguna es Pablo. Pensar en un autor cristiano desconocido de ese temprano período, sólo levanta un nuevo problema: ¿Cómo es posible que un cristiano poseedor el discernimiento teológico necesario y la capacidad lógica suficiente para producir una obra como hebreos, pudiera haber quedado en el anonimato en un tiempo cuando los dirigentes cristianos eran tan pocos, ya la vez tan completo el registro tenido de los mismos?
Dejemos ya entonces por sentado nuestra posición sobre quien es el autor y dediquémonos por un momento a volver a considerar la problemática básica de ese entonces montándola ahora sobre un acontecimiento predicho por el mismo Jesús del cual todos los apóstoles estaban conscientes y así lo anunciaban como fue la destrucción de Jerusalén.
Analizamos esta cita textual del comentario bíblico adventista; "La cuestión que quizás produjo el resquebrajamiento más profundo en la iglesia apostólica fue, sin duda alguna, el tema de la ley ceremonial y su observancia por los cristianos. El concilio de Jerusalén había liberado a los cristianos de origen gentil de las obligaciones propias de esa ley, pero psicológicamente la gran comunidad cristiana de origen judío, de Palestina, no estaba preparada para participar de esa libertad. Esos cristianos pensaban, a no dudarlo, que porque eran judíos debían practicar esos ritos. No se daban cuenta de que para todos, sin excepción, los ritos ceremoniales habían encontrado su cumplimiento en Jesucristo. Esta situación hizo surgir una mala tensión en la iglesia, ya que un amplio sector seguía un complicado sistema de vida religiosa ignorado por otro sector.
Pablo y quienes lo acompañaban, comprendían suficientemente bien los ritos mosaicos y las ceremonias para evaluarlos correctamente y darles su debido lugar en el plan de salvación, Pablo conocía la naturaleza transitoria de ese sistema y sabía que ya se había cumplido el período para su abrogación. La iglesia cristiana de origen judío, cuyo centro estaba en Jerusalén, parecía desconocer las calamidades que pronto sobrevendrían a esa ciudad. Los cristianos de origen judío aún guardaban las fiestas, seguían sacrificando como en años anteriores y continuaban en su celo por la ley ceremonial (ver Hech. 15). Tenían sólo un vago concepto de la obra de Cristo en el santuario celestial; sabía poco de su ministerio; no comprendían que sus sacrificios eran inútiles debido al gran sacrificio del Calvario. Esos millares de cristianos judaicos "todos...celosos por la ley" (Hech. 21:20),Tendrían que enfrentarse a una crisis cuando fueran destruidas la ciudad y el templo. Esto evidentemente ocurrió sólo un corto tiempo después de que se escribió la Epístola a los Hebreos (ver t. VI, pp. 89, 109-110).” ACB pág.
Para aquel momento histórico de transición ente dos dispensaciones la profecía indicaba como había llegado el tiempo cuando los ojos de los cristianos de origen judíos originarios del pacto debían abrirse a las realidades celestiales, debían entender las esencias de las doctrinas y desprenderse de las cosas terrenales evolucionando a un mundo terrestre no místico, no dogmático ni mucho menos gnóstico o metafísico pero si mucho más espiritual y por tanto lleno de lo holístico, lo integral, lo completo, era tiempo de iniciar la construcción de un modelo del cielo en la tierra.
Debían dejar de tomar solo “leche espiritual” y asumirse ya maduros para salir de los rudimentos del evangelio donde las luchas contra las falsas doctrinas y los falsos maestros absorbían el tiempo e iniciar la construcción de las verdades más profundas y eternas jamás vistas en la tierra, todo gracias a la ministración a acción real de Cristo ante el santuario celestial cuya realidad para poder ser vivida debe primero ser entendida tal como fue anunciada por medio de y símbolos figuras de las realidades celestiales.
Cuando su templo fue destruido, a los fieles judíos quienes aún estaban viviendo en medio de las abominaciones religiosas de una dirigencia apostata ya desde el cumplimiento de las 70 semanas les sería necesario basar su fe en algo seguro y firme no hecho con mano humana y por lo tanto infalible e indestructible.
Pablo razonó, inspirado por el Espíritu Santo y alejándose de cualquier problemática existencial real dijo algo así: “Si logro fijar su atención en el Sumo Sacerdote celestial, en el santuario y en los sacrificios mejores que los de becerros y machos cabríos, no desfallecerían cuando desapareciera el santuario terrenal.”
El asunto estaba claro: si no tenían esta esperanza, si carecían de una visión profunda e integral del santuario del cielo, se sentirían confundidos y perplejos cuando vieran la destrucción del templo, de su amada y sinceramente defendida organización en cual tanto habían confiado. Era importante pues para los cristianos judíos originarios entender estas cosas, no sólo por ellos mismos sino también para beneficio de las iglesias gentiles las cuales también se unirían en este movimiento final desde todas las provincias, naciones y lenguas entre las cuales serían esparcidos los creyentes de Jerusalén durante la guerra con Roma la cual era inminente.
Se cree que en esa hora de crisis apareció el libro de Hebreos. Contenía precisamente la ayuda necesaria: luz acerca del tema del santuario, de Cristo como Sumo Sacerdote, de la sangre "que habla mejor que la de Abel" (cap. 12: 24); del reposo que queda para los hijos de Dios (cap. 4:9); de la bendita esperanza que es "segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo" (cap. 6: 19) son Temas definitorios de este libro.
Para comparar:
¿Puedes ver la aplicación hoy de aquel momento histórico? ¿Cómo quedarían todos estos comentarios si en lugar de pensar en los judíos de aquellos tiempos persistiendo en los sacrificios caducos dentro del templo sobre el cual las profecías ya habían dictado su veredicto fanal pensaras en los adventistas los cuales están en las mismas condiciones antes mencionadas? Viendo esto ¿Por cuál libro te decidieras entonces para seguir el estudio y por qué?