Temas del Santuario


"Ciertamente de los ángeles dice: El que hace a sus ángeles espíritus, Y a sus ministros llama de fuego. Más del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; Cetro de equidad es el cetro de tu reino . " Hebreos 1:7,8 

La manera como inician estos dos versos; “ Ciertamente de los ángeles dice:” Verso 7  y  Más del Hijo dice:” Verso 8  nos señala como estos dos versos deben estudiarse juntos por establecerse entre ellos una comparación directa entre Cristo y los ángeles a fin de poder notar la superioridad de Cristo, ya no solo por encima de los profetas y patriarcas como se vio en los versos 1 y 2 sino, incluso por sobre los ángeles del cielo y no por ser estos seres pecadores o fuera de la visión o entendimiento divino. 

Como lo resalta la inspiración en el verso 7 cuando leemos “Ciertamente de los ángeles dice:” , quien dice pues es el mismo Dios, su creador, quien considera a los ángeles “espíritus” es decir “seres espirituales” y no carnales, título con el cual su mismo Creador describe la capacidad natural de estos seres de poder percibir con mucha facilidad las intenciones e Divinas gracias a la cual lograron desarrollar una gran presteza para ejecutar las órdenes de Dios. 

Así lo testifica toda la Escritura, puedes recordar por ejemplo la narración de como el Ángel Gabriel fue enviado por Dios para contestar la oración de Daniel y aun no se había levantado el profeta de su oración y ya Gabriel estaba delante de él. Con esa misma presteza se le describe de manera metafórica en el libro del profeta Ezequiel en medio de su visión junto al río Quebar en los capítulos 1 al 3 de su libro. 

Estos seres son realmente dignos de admiración y respeto y sobre todo de gratitud por parte de los seres humanos al servirnos con gran dedicación y esmero, como relámpagos, para obedecer las órdenes de Dios en lo que respeta a ayudarnos o defendernos de nuestros enemigos visibles e invisibles y como antorchas para alumbrarnos los caminos del bien, por eso se dice también de ellos “ Y a sus ministros llama de fuego”.  De hecho la Biblia reconoce a estos seres celestiales como “Espíritus Ministradores enviados por Dios” para asistir a los herederos de la salvación. 

Con la figura de “sus ministros llama de fuego” la inspiración también busca destacar otra de las grandes virtudes de estos seres como lo es su “ministerio purificador”, algo así como una mano derecha o ayuda idónea del Espíritu Santo con la cual se busca introducir en la mente de los seres humanos pecadores el conocimiento necesario, también llamado semillas de la verdad, para producir los cambios evolutivos hacia el camino de restauración habilitado por Cristo. 

El lenguaje utilizado aquí por el apóstol de seguro es extraído de la poesía hebrea encontrada en el Salmo 104:4 como lo explica el comentario bíblico adventista al comentar la palabra “espíritu” utilizada en este texto: 

“Gr. pnéuma, "viento", "espíritu", "aliento". Una cita del Sal. 104: 4. El propósito del autor al citar este texto es mostrar que los ángeles son siervos, y que Dios los usa como a sus ministros, en contraste con el Hijo que es Dios. En cuanto a la diferencia entre Sal. 104:4 y Heb. 1:7, ver t.III, p. 875, com. Sal. 104:4. 

Nótese que "ángel" y "mensajero" tienen una misma raíz: en hebreo, mal'ak significa tanto "ángel" como "mensajero" (cf. com. 2 Sam. 14:17); y en griego, ággelos también puede traducirse o "ángel" o "mensajero" (cf. com. Apoc. l: 20). Otro tanto sucede con "espíritu" y "viento": ambos pueden ser o del hebreo ruaj (cf com. Job 1:3), o del griego pneúma (cf. com. Luc. 8:55).” CBA Tomo VII. 

Según este comentario existe pues una cierta sinonimia entre “viento”, “espíritu” y “aliento” tanto en el idioma griego como el hebreo la cual puede ser interpretada como características distintivas del ministerio angelical convirtiéndose estas en una especie de perfil de comportamiento de todos quienes deseemos ser ministros o “mensajeros de Dios”. 

Con la expresión “viento” se pudiera estar denotando la fuerza, ímpetu y rapidez de los ángeles para actuar según las directrices o principios divinos así como su acción invisible pero perceptible a nuestros sentidos. Con “espíritu” se muestra, como ya dijimos, su sensibilidad a capacidad de entender las intenciones y propósitos de Dios para ejecutarlos con presteza y con “aliento” se pudiera estar señalando su gran disposición a ejecutar o dar vida a todas las órdenes salidas de la boca de Dios. 

Así la superioridad de Jesús, y con Él de la raza fundada, con respecto a los ángeles en general no indica para nada inferioridad de las otras razas y mucho menos menosprecio a las mismas como bien lo argumenta el apóstol en su exposición teológica pero si resalta esta “nueva creación” como un único, legal y accesible camino para el perfeccionamiento de todas las anteriores a ella teniendo como cabeza el mismo ministerio de Jesús como ser Superior y único en su especie al ser considerado la evolución directa del mismo Dios original. 

Esta idea queda expuesta para su análisis en la declaración “Más del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; Cetro de equidad es el cetro de tu reino” 

Aclarado ya el título de hijo como alguien reconocido, no solo por sus genes heredados sino más aun, por sus logros vivenciales por encima de las capacidades naturales dadas al ser creados o procreados y sin embargo en total consonancia con los ideales más profundos de su Creador, ahora se dice claramente como Dios le reconoce directamente como el “Nuevo Rey del universo” con unas palabras muy significativas y reverentes al entenderlas como provenientes de la boca del gran Creador de todo y del Ser único en preexistencia en quien está el origen de todas las cosas: “Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo”

Podemos imaginarnos la escena de Dios Padre y Espíritu como Un solo ser mirando a Jesús a sus ojos y después de examinarlo con su vista como llama de fuego profundo y purificador, admirados de su grandeza y superioridad proceden inmediatamente a levantarse del excelso Trono del universo en señal de absoluta reverencia ante un Superior y cederle con esas palabras el sitial de honor universal: “Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo”. “Solo a ti te pertenece por demostrar ser aún más perfecto y grande que nosotros mismos.” 

Esta aptitud de parte de la divinidad termina de derribar el más grande y difícil de derribar de los falsos argumentos expresados por Satanás contra Dios Padre, el cual refería  a cerca de una especie de autoritarismo o de dictadura de parte de Dios quien, según sus percepciones, nunca sería capaz de entregar su poder aun cuando se demostrara una teoría política mejor a la propugnada por Él. 

Aun cuando Dios siempre les abrió la posibilidad de ese cambio si aparecía esa “nueva teoría” lo cual implicaría la aparición de un Ser con mejores condiciones mentales que Él mismo, parecía imposible demostrar la veracidad de esta declaración debido a lo imposible de poder aparecer un ser mayor que el mismo Dios preexistente de todos y de todo. 

Esta imposibilidad fue el mayor argumento utilizado por el Enemigo para introducir dudas en la mente de todos los seres creados hasta ese entonces, aun de los ángeles no caídos ahora con este victoria de Cristo y esta “nueva creación” representada por Él, aquella declaración divina se volvió practica y todos los seres del universo pudieron ver la humildad de Dios y la profunda y total veracidad de sus palabras cuando aseguraba que el solo estaría en ese puesto mientras su mente fuera lo mejor y superior demostrado a su mismo intelecto y capacidades de análisis. Mientras esta fuera la situación su mente debía ser la principal y única fuente elaboración y evolución de la teoría de gobierno en busca de producir una verdadera felicidad y desarrollo al sus criaturas. La felicidad y desarrollo de sus gobernados era y es su única intención por lo tanto los cambios eran posibles. 

Con la evolución superior de Cristo aquel discurso se volvió una profunda realidad y ahora había llegado la hora de mostrar con actos su desprendimiento no dudando ni un momento para hacerlo llegando incluso a reconocer, con gran humildad, como con el reinado de Jesús se mantendría e incluso se elevaría la equidad y la justicia en todo el universo cuando dijo: “Cetro de equidad es el cetro de tu reino.” 

Ya la asimilación como un Dios igual a ellos daba cierta fuerza a la posiciones teóricas de Dios en cuanto a la posibilidad abierta para todos de ser también Dioses como Él lo era pero esta última situación coronó las más profundas expectativas sobre la calidad irreprochable de carácter de Dios Padre y Espíritu Santo, ahora si se podía ver claramente el núcleo de su poder y grandeza. Estas palabras realmente citan el Salmo 45 de donde aún posemos entender más profundamente el cambio y reconocimiento de Dios ante la autoridad Suprema de Cristo: 

“Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre; Cetro de justicia es el cetro de tu reino. Has amado la justicia y aborrecido la maldad; Por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que a tus compañeros. Mirra, áloe y casia exhalan todos tus vestidos; Desde palacios de marfil te recrean.” Salmos 45:6-8 

Increíblemente esta verdad la cual pareciera tan nueva y tan sorprendente para nosotros hoy cuando, después de escribirla y explicarla solo por revelación divina, me dio curiosidad de ver como lo explica el comentario bíblico adventista me encontré con estas declaraciones:

Tu trono, oh Dios. 

Una cita de Sal. 45:6-7 (ver el comentario respectivo). El Padre se dirige reverentemente al Hijo llamándolo Dios, lo cual puede considerarse como el clímax del tema de la posición y dignidad de Cristo. No puede haber un testimonio superior en cuanto a la deidad de Cristo, que esta exclamación del Padre dirigida al Hijo. En forma solemnísima se afirma la deidad de Cristo, y eso lo hace el mismo Padre. 

La salvación del hombre y todo el plan de salvación se basan en la deidad de Cristo. Si Cristo no es Dios en el sentido más sublime y por su propio derecho, es vana nuestra fe y la salvación se vuelve imposible. 

Muchos de los judíos habían visto a Jesús en persona, y quizá les era más difícil que a las generaciones posteriores creer que Cristo era divino. ¿Acaso no conocían a su supuesto padre y a su madre, y no vivían todavía algunos de su familia? ¿Cómo podía ser Dios este hombre? El autor procura quitar esta piedra de tropiezo, y por eso recurre al testimonio de las Escrituras para confirmar su posición. De poco valdría presentar los temas vitales que trata la Epístola a los Hebreos si este punto no era aclarado y plenamente aceptado. 

Cuando consideramos la historia de la iglesia desde los días de los apóstoles, sentimos la necesidad de destacar la deidad de Cristo. Hay muchos hoy día que reverencian a Cristo y lo estiman altamente a su manera, y sin embargo se niegan a darle el lugar al que tiene derecho. No comprenden que la deidad de Cristo es el hecho central en el plan de redención, y que " "no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" " (Hech. 4:12).” CBA. Tomo VII

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